PECADO.
Se habla mucho del abandono de DIOS por parte de una
sociedad que reniega de Él, o lo rechaza, pero sin explicar muy bien el porqué
de este comportamiento tan poco inteligente en unas sociedades con gran arraigo
cristiano.
Hoy la socialdemocracia europea es todo lo que queda de la
herejía comunista. La cultura cristiana está siendo reemplazada por la cultura
de la muerte que, a día de hoy, ya todos conocemos. En este modelo de sociedad
primitiva se da culto a los demonios que antaño dominaron el mundo; vemos los
altares levantados a la
Soberbia,
Avaricia,
Lujuria,
Gula,
Ira,
Envidia,
Pereza.
Me parece oportuno citar el art. de José Manuel Otero Lastres, en las páginas del ABC, donde de forma un poco confusa intenta explicar las causas del envenenamiento de la sociedad actual.
"Cada generación -dice- tiene que enfrentarse con los problemas de su tiempo.
Nuestros padres soportaron una guerra civil, reconstruyeron ESPAÑA y padecieron una pobreza extrema.
Nosotros lo tuvimos más fácil: hicimos la Transición. ¿Y las actuales?".
"Y es que la cuestión esencial de la presente reflexión es determinar cuál ha sido el veneno que les hemos inoculado a nuestros hijos".
"Son varias las ponzoñas, pero no creo equivocarme demasiado si digo que veo dos que sobresalen sobre las demás; una en el ámbito familiar y la otra en el político-social.
En el entorno familiar, el veneno es que no supimos educarlos correctamente. Y que quede bien claro desde el principio que me refiero a <educar> en el sentido de desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.
Y no a <instruir>, esto es, <enseñar, comunicar sistemáticamente ideas y conocimientos>".
"En el plano de las ideas, tratamos de educarlos en los valores democráticos de la libertad y la igualdad. Desechamos el modelo anterior de la educación autoritaria (metiendo en este mismo saco a la Religión y a todo lo que de moral Católica había en ella) y situamos a nuestros hijos en un entorno de autorresponsabilidad. Y claro, en este ambiente es mucho más difícil saber lo que ha de hacerse en cada momento. Por lo cual, en cierto modo somos también los causantes de las inseguridades que pudieron padecer y del desconcierto que les supuso educarse sin sentir los férreos, pero imprescindibles, cauces de la autoridad".
"Si del plano familiar pasamos al político-social, la falsa creencia que les inoculamos fue que la Constitución instauró un Estado repleto de de <derechos> sin apenas OBLIGACIONES. Y es que basta ojear nuestra Constitución para advertir de inmediato el impresionante inventario de derechos y libertades que se reconocen a los ciudadanos en contraste con el consiguiente -aunque bastante más reducido- de sus deberes.
Pero entiéndaseme bien; -dice José- el problema no está en los derechos y libertades acertadamente reconocidos por nuestra Carta Magna, sino en el modo erróneo en que las generaciones que veníamos del régimen anterior les transmitimos el alcance de los mismos".
"Quizás el hecho de haberlas mimado tanto -<envenenarlas> con todo cariño- ha contribuido a que hayan sabido resistir tan malamente la reciente crisis económica, surgiendo incluso entre ellas movimientos que han reaccionado con una ira inusitada contra el actual sistema democrático. ¿No es este un caso claro de cómo el <veneno> del que hablo ha debilitado a nuestros hijos para afrontar con fortaleza los problemas de su tiempo?".
Y esto nos lleva al inicio de este art., donde queda claro el origen del mal cuyo envenenamiento global padecemos todos los seres humanos.
Pero este hecho no nos exime de las culpas propias, las que cometemos voluntariamente y con conocimiento de causa.
Tampoco nos autoriza para culparnos a nosotros mismos de las culpas de los demás, de sus pecados voluntariamente cometidos.
Sólo la Santa Madre Iglesia tiene esa Potestad. No nos vale tampoco recurrir a tanta palabrería para justificar el comportamiento PECAMINOSO de los jóvenes. Ellos, sólo ellos, son responsables de sus actos. Nadie más que ellos.
Cada uno de nosotros "es tentado por su propia concupiscencia que le arrastra y le seduce.
Después la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz al pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra la muerte".
El PECADO es, pues, el VENENO que nos MATA el ALMA. La debilidad es una muestra de ello.
Una vez MUERTOS buscamos a quien MATAR. Legislamos Leyes INFAMES, nos comportamos PERVERSAMENTE y damos ejemplos ABOMINABLES.
Pero alegraos, hermanos, JESUCRISTO, Nuestro Señor, ha muerto clavado en una Cruz hace algo más de 2.000 años. NOS HA REDIMIDO CON SU TERRIBLE MUERTE.
Es necesario acudir al PERDÓN que DIOS, Nuestro Eterno PADRE, nos ofrece en Su Amado HIJO JESUCRISTO y alcanzar, a través de ÉL, la inmortalidad.
Acudir a buscar auxilio en La Santísima VIRGEN MARÍA es de los más inteligente.
Y no a <instruir>, esto es, <enseñar, comunicar sistemáticamente ideas y conocimientos>".
"En el plano de las ideas, tratamos de educarlos en los valores democráticos de la libertad y la igualdad. Desechamos el modelo anterior de la educación autoritaria (metiendo en este mismo saco a la Religión y a todo lo que de moral Católica había en ella) y situamos a nuestros hijos en un entorno de autorresponsabilidad. Y claro, en este ambiente es mucho más difícil saber lo que ha de hacerse en cada momento. Por lo cual, en cierto modo somos también los causantes de las inseguridades que pudieron padecer y del desconcierto que les supuso educarse sin sentir los férreos, pero imprescindibles, cauces de la autoridad".
"Si del plano familiar pasamos al político-social, la falsa creencia que les inoculamos fue que la Constitución instauró un Estado repleto de de <derechos> sin apenas OBLIGACIONES. Y es que basta ojear nuestra Constitución para advertir de inmediato el impresionante inventario de derechos y libertades que se reconocen a los ciudadanos en contraste con el consiguiente -aunque bastante más reducido- de sus deberes.
Pero entiéndaseme bien; -dice José- el problema no está en los derechos y libertades acertadamente reconocidos por nuestra Carta Magna, sino en el modo erróneo en que las generaciones que veníamos del régimen anterior les transmitimos el alcance de los mismos".
"Quizás el hecho de haberlas mimado tanto -<envenenarlas> con todo cariño- ha contribuido a que hayan sabido resistir tan malamente la reciente crisis económica, surgiendo incluso entre ellas movimientos que han reaccionado con una ira inusitada contra el actual sistema democrático. ¿No es este un caso claro de cómo el <veneno> del que hablo ha debilitado a nuestros hijos para afrontar con fortaleza los problemas de su tiempo?".
Y esto nos lleva al inicio de este art., donde queda claro el origen del mal cuyo envenenamiento global padecemos todos los seres humanos.
Pero este hecho no nos exime de las culpas propias, las que cometemos voluntariamente y con conocimiento de causa.
Tampoco nos autoriza para culparnos a nosotros mismos de las culpas de los demás, de sus pecados voluntariamente cometidos.
Sólo la Santa Madre Iglesia tiene esa Potestad. No nos vale tampoco recurrir a tanta palabrería para justificar el comportamiento PECAMINOSO de los jóvenes. Ellos, sólo ellos, son responsables de sus actos. Nadie más que ellos.
Cada uno de nosotros "es tentado por su propia concupiscencia que le arrastra y le seduce.
Después la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz al pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra la muerte".
El PECADO es, pues, el VENENO que nos MATA el ALMA. La debilidad es una muestra de ello.
Una vez MUERTOS buscamos a quien MATAR. Legislamos Leyes INFAMES, nos comportamos PERVERSAMENTE y damos ejemplos ABOMINABLES.
Pero alegraos, hermanos, JESUCRISTO, Nuestro Señor, ha muerto clavado en una Cruz hace algo más de 2.000 años. NOS HA REDIMIDO CON SU TERRIBLE MUERTE.
Es necesario acudir al PERDÓN que DIOS, Nuestro Eterno PADRE, nos ofrece en Su Amado HIJO JESUCRISTO y alcanzar, a través de ÉL, la inmortalidad.
Acudir a buscar auxilio en La Santísima VIRGEN MARÍA es de los más inteligente.