LA FE EN EL SEÑOR JESÚS NOS HACE COHERENTES.
ÉL SE ENTREGÓ A LA MUERTE POR TODOS NOSOTROS.
¡RESPONDÁMOSLE CON GRATITUD!
El Beato JUAN PABLO II en su Libro "Memoria e Identidad" nos avisa del peligro que supone el nazionalismo para la Patria y la convivencia de los pueblos.
"Patriotismo significa amar todo lo que es patrio: su historia, sus tradiciones, la lengua y su misma configuración geográfica. Un amor que abarca también las obras de los compatriotas y los frutos de su genio.
Cualquier amenaza al gran bien de la patria se convierte en una ocasión para verificar este amor. Nuestra historia enseña que los polacos han sido siempre capaces de grandes sacrificios para salvaguardar este bien o para reconquistarlo. Lo demuestran las numerosas tumbas de los soldados que lucharon por Polonia en diversos frentes del mundo. Están diseminadas tanto en la tierra patria como fuera de sus confines. Pero creo que una experiencia parecida la ha tenido cada país, cada nación, en Europa y en el Mundo.
La patria es un bien común de todos los ciudadanos y, como tal, también un gran deber. El análisis de la historia antigua y reciente demuestra sobradamente el valor, el heroísmo incluso, con el cual los polacos han sabido cumplir con este deber cuando se trataba de defender el bien superior de la patria. Lo cual no excluye que, en determinadas épocas, se haya producido una mengua de esta disponibilidad al sacrificio para promover los valores e ideales relacionados con la noción de la patria. Ha habido momentos en que el interés privado y el tradicional individualismo polaco han hecho sentir sus efectos perturbadores.
La patria, pues, tiene una gran entidad. Se puede decir que es una realidad para cuyo servicio se desarrollaron y desarrollan con el pasar del tiempo las estructuras sociales, ya desde las primeras tradiciones tribales. No obstante, cabe preguntarse si no haya llegado el fin de este desarrollo de la vida social de la humanidad. El siglo XX, ¿no manifiesta acaso una tendencia generalizada al incremento de estructuras supranacionales e incluso al cosmopolitismo?. Esta tendencia, ¿no comporta también que las naciones pequeñas deberían dejarse absorber por estructuras políticas más grandes para poder sobrevivir?. Se trata de cuestiones legítimas. Sin embargo, parece que, como sucede con la familia, también la nación y la patria siguen siendo realidades insustituibles.
La doctrina social católica habla en este caso de sociedades "naturales", para indicar un vínculo particular, tanto de la familia como de la nación, con la naturaleza del hombre, la cual tiene carácter social. Las vías principales de la formación de cualquier sociedad pasan por la familia, y sobre esto no caben dudas. Y podría hacerse una observación análoga también sobre la nación.
La identidad cultural e histórica de las sociedades se protege y anima por lo que integra el concepto de nación. Naturalmente, se debe evitar absolutamente un peligro: que la función insustituible de la nación degenere en el nazionalismo. En este aspecto, el siglo XX nos ha proporcionado experiencias sumamente instructivas, haciéndonos ver también sus dramáticas consecuencias. ¿Cómo se puede evitar este riesgo?. Pienso que un modo apropiado es el patriotismo. En efecto, el nazionaliusmo se caracteriza porque reconoce y pretende únicamente el bien de su propia nación. Por el contrario, el patriotismo, en cuanto amor a la patria, reconoce a todas las otras naciones los mismos derechos que reclama para la propia y, por tanto, es una forma de amor social ordenado.
El patriotismo, como sentimiento de apego a la propia nación y a la patria, debe evitar transformarse en nazionalismo.